Mordido de Tiburón
Cortesía: Rodolfo Párraga 'Palermo'- fotoperiodista colaborador de SOHO

Testimonio

Por: Cristóbal López Zambrano

Andábamos  en canoa de palo, a vela, así se trabajaba entonces, ahora es que todo es más fácil, más cómodo. La fecha oiga no recuerdo ,pero era sábado lo tengo tan presente, y ocurrió a las 12 del día,  lo sé porque sonó la sirena de los bomberos, ese era el reloj, el que nos orientaba, era otra época, era cuando también se miraba al sol.  Desde chico yo trabajé en el mar, desde los nueve o diez años. Cuando pasó tenía 12 y estaba en la canoa con uno más chiquito, un primo de nueve años, que se llama Hernán Zambrano,  a unas tres millas  frente a Tarqui.  Un día antes  habíamos cogido un tiburón de esos que le llamaban Come Perro, que ya no existen y lo vendimos en cien sucres, en ese tiempo no valía nada, no compraban ni la aleta.

El día del percance  al anzuelo le pusimos un bonito sierra de una librita, cuando lo mordió se prendió la sirena,  en otra canoíta había otro muchacho de unos 14 o 15 años que le llamaban Jachón,  y se acercó a ayudar a cogerlo, yo lo jalaba para afuera, por la profundidad (entre seis y siete brazas), supe que era demasiado grande. Yo estaba en la popa y  de abajo se vino para arriba,  el tollo  tenía para mi concepto tres o cuatro quintales, en ese tiempo los tiburones eran muy crecidos.  Canteó la canoa y unos colmillos se le quedaron en la borda, es decir  en el filo de la canoa, me voy al agua pero me quedo prendido a la borda,  de pronto sentí que me apretó  y aflojó la pierna izquierda y se fue, pero  todavía preso con la piola, era un come perro, blanco plateado, grandísimo.  Pusimos la piola contra el filo, se partió y  del animal nunca más se supo .Todo esto duró 30 minutos, no fue más, es decir desde que  mordió el anzuelo hasta que se perdió. La suerte fue que yo no jalé, no le hice fuerza a la pierna, también que no me aflojé de la borda, sino ese animal me la cortaba o lo que es peor me llevaba. Esta parte (se toca la pantorrilla) me quedó colgando, no me dañó el hueso,  pero sí arterias y me jodió  el tendón. Me llevaron hasta la orilla,  a mi mamá la llamaron y no tardó porque la casa estaba cerca de la playa, entonces no sentía dolor, sangraba mucho y perdí el conocimiento, yo era flaquito. Me llevaron a la única clínica que existía en Manta, de los doctores  Vicente Cuesta y Jorge Cevallos, en el centro.   Cuenta mi veterana que tuvieron que ir a ver sangre a Portoviejo y que no me encontraban donante, soy  O negativo, no, no, creo que yo soy positivo, el punto es  que era difícil y cuando lo consiguieron ya me habían operado.  Me desperté a las once de la noche.

La recuperación fue lenta, pero como era joven me repuse,  me sacaron como una libra de atrás para hacerme ese  injerto. Anduve con muletas y me daba vergüenza, no podía asentar el talón, puse de mi parte porque no quería quedar cojo, empecé a andar prendiéndome de las paredes. A los  dos años volví al mar. En mi vida de pescador creo que habré capturado unos 200 tiburones  de cualquier especie. ¿Que si he comido tiburón?, claro que he comido, niña y ¿quién no? , si aquí en cualquier restaurante le hacen pasar tollo por corvina.

Me he salvado de morir varias veces. Cuando ya estaba casado sufrí un accidente de tránsito donde murieron tres personas y se me dañó el brazo derecho. No terminaba de recuperarme y salí de faena, la fibra estaba llena de todo tipo de pescado y hasta de tortuga cuando un tumbo la viró. Esto pasó a las tres de la tarde, no teníamos comida, ni agua dulce;  nos rescataron a la seis de la tarde del otro día, no nos ahogamos porque logramos subirnos en la canoa volteada. Aunque no crea nunca pensé en que llegaría un tiburón, nunca he tenido pesadillas con eso, cuando veo las películas Tiburón 1,2,3,4 lo que analizo es la fuerza que tienen. El 20 de enero cumplo 61 años y estaré navegando en mi barco Sonia donde soy el capitán.  El mar es peligroso y le temo   como cualquier ser humano, pero para ver las cosas que pasan en tierra prefiero el mar, es mi concepto.

Publicado en la la revista Soho, edición 97 dedicada a los animales con el título ‘Yo sobreviví a un ataque de tiburón’.

Edición: Diana Zavala

Deja un comentario

Tendencias